Plantar albahaca

Los materiales son sencillamente los siguientes: – Un recipiente poco profundo. – Tres o cuatro esquejes de albahaca, preferiblemente con raíces que aún tengan pelo.

– Una regadera para mojar la tierra y los materiales. Para las plantas más grandes se pueden utilizar dos recipientes unidos por el medio y la mitad del borde elevado sobre el fondo plano de cada lado para facilitar su riego posterior.

– Un buen abono orgánico en polvo comercial (poderoso). Es importante revisar si tiene sustancias químicas prohibidas periódicamente por las autoridades como los cíclicos, para evitar problemas de salud.

– Un punto limpio y seco donde depositar el abono orgánico en polvo antes de aplicarlo al suelo.

– Agua mineral o vegetal sin gas que no contenga cloro (imprescindible). – Una plantilla tubular con agujeros anchos excavada previamente en la tierra del recipiente elegido. Deje espacio libre para permitir un buen contacto entre los materiales y la tierra; esta última reaparece debajo de la tierra del recipiente elegido para facilitar el proceso de plantación.

– Una varilla o un palito largo para hacer huecos en la tierra, antes de plantar las semillas que ya están listas para esparcirse. – Semillas albahaca fresca y activa (poderosa) preparada previamente congeladas a temperatura ambiental por dos horas mínimo. Las semillas deben ser peladas y despellejadas amorosamente hasta tenerlas limpias sin óxidos ni materia orgánica adherida; se procederá a secarlas colgadas en una superficie ventilada por al menos dos días.

– Un poco de tierra que se aplica con cuidado bajo las semillas, procurando no sacar la plantilla; hay que tener mucho cuidado para no dañarse los dedos ni estropear el hierro. La mezcla es muy importante y lo peor del proceso sería sobreestimarla: la albahaca requiere de suficientes nutrientes como para mantenerse hermosa e incluso producir fruto maduro (hay variedades capaces).

– El formato de la plantilla es variable, pero los principales son el estilo ‘a forma de rebanada’ y el más sencillo que se llama «en cascada».

– Al terminarlo todo bien vamos a colocar las semillas con cuidado en un lugar donde reciban buena iluminación (por ejemplo: si elegimos colocarlas sobre el alféizar o ventana del hogar) y verdaderamente no hay ninguna prohibición para ser creativo. El objetivo final es tener nuestra propia huertita hecha por nosotros y sin que nos haga falta gastar demasiado.

– Las semillas de albahaca se pueden encontrar en muchos lugares con facilidad, pero también hay compradores online especializados a los cuales acudir si no tenemos opción más que comprarlas por Internet (como José Luis Pérez). Según la variedad las necesidades son diferentes: para el estilo ‘a forma de rebanada’ bastaría con un solo llaverito, mas bien sólo dos o tres capsulas grandes. Por su parte las variedades ‘lechuga de mesa’ necesitarán un par o tres, dependiendo la trayectoria que decidamos seguir.

– Para plantarlas debemos tomar dos cucharadas de tierra fresca (según el tipo, podremos utilizar diversas especies para asentarla) y añadimos agua para hacer bolita; después vamos amontonando los ingredientes hasta formar un pequeño montículo. El momento más divertido llegó cuando fuimos cortándoles con el llaverito los pies a las plantas.

– A continuación, colocamos una capucha grande que nos proteja de la lluvia sobre el montículo y lo cubrimos con otra pesada para mantenerlo seco; luego introducimos en él toda nuestra ‘fábrica’ de albahaca (la cortamos previamente) e incluso podemos rociarla por encima para que se embeba mejor. Por último, volvemos a tapar el llaverito hasta su mitad antes de abandonar este espacio idóneo para que nuestro proyecto crezca.

– ¡Ya casi está! La última etapa consiste en regarla con abundancia y continuamente para, así mismo, retrasar la posibilidad de heladas o sequias.